Finales de los años sesenta. Una ciudad de provincias. La vida transcurre plácidamente hasta que el suicidio de Aimer Zapata viene a perturbarlo todo. Asimismo el nuevo párroco, muy intransigente, se niega a darle católica sepultura a un suicida. La familia del difunto, muy religiosa, desafía la autoridad del cura y entierra a Aimer en el camposanto. Furioso, el párroco deja de administrar sacramento alguno mientras no cambien el cadáver de sitio. Niños sin bautizar, bodas que han de