Era una noche normal en Las Vegas, Nevada, todas las luces parpadeaban brillantes, hasta que un hombre con una mano, un ojo y una pierna camina en una tienda de empeño con una estatua de un horrible Duende. El propietario dice que es un amuleto de buena suerte. La estatua también llevaba una medalla alrededor del cuello. El propietario de la casa de empeño por descuido quitó el medallón que dejó en libertad al Duende, junto con a olla de oro que todo el mundo prentende conseguir, por la cual